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10 de octubre de 2006

Consciencia Planetaria:Interactuando con la Tierra



Nosotros nacemos en la Tierra ; vivimos en la Tierra; somos inspirados por la Tierra; morimos en la Tierra. Ella es nuestro hogar. Relacionarnos con la Tierra, que nos nutre cada día que vivimos, será un importante primer paso en nuestra preparación para aprender acerca del mundo que nos ha dado nacimiento. Entonces, ¿cómo podemos observar y hacer contacto con nuestro entorno?



Podemos decir, primero, que existen dos maneras generales por las cuales nos relacionamos con la Tierra. Una es física, la otra, espiritual. Nuestro contacto inicial, directo con la Tierra, es físico, como lo hacemos con los otros animales y con las plantas. En otras palabras, toda conexión que establezcamos con la Tierra se efectúa con el cuerpo.



Pero es a través de nuestra interacción espiritual con la Tierra que se encienden y nutren dentro de nosotros las características que consideramos verdaderamente humanas.



Imagínese un entorno tranquilo, rodeado de verdes campos y agua límpida, majestuosas montañas que se elevan, corrientes y ríos que serpentean hacia el mar, el viento acariciando suavemente el rostro mientras el sol pasa a través de las nubes. El corazón y el alma se ven abrumados por la belleza, la frescura, la maravilla de la experiencia.



Es como si la mente y el corazón, que habían estado dormidos, despertaran súbitamente y fueran estimulados para buscar una comunión intelectual con el medio ambiente. Nuestra curiosidad natural se acelera, y comenzamos a apreciar la maravillosa diversidad de la naturaleza, tal vez tratando también de averiguar acerca de la cultura humana y las costumbres del lugar. Este inquisitivo estado mental es el punto de partida para una relación más profunda con nuestro medio ambiente y un verdadero aprendizaje.



Interacción y crecimiento



Al comienzo, la interacción con el medio ambiente puede ser sobre una base muy superficial. Se observan las montañas o los ríos, por ejemplo, muy ligeramente, como algo que está "allí afuera". Pero, conforme se desarrolla la propia vida y los intereses personales, no se estará satisfecho con esa superficialidad. Se querrá ir más allá y entrar en un tipo de asociación más profunda. La clase particular de interacción que se tenga con el mundo que lo rodea en algún punto de la vida dependerá, ante todo, de quién o qué se es, y en segundo lugar, de cuándo y cómo ocurre la interacción.



Algunas personas, conforme se hacen más conocedoras de su medio ambiente, pueden interesarse por aprender más de las rocas, los árboles, la calidad del agua, el poder hidráulico, etc., y comienzan a pensar en la manera en que podría utilizarse todo ello. Llegan a preocuparse y querer saber acerca de las alturas, extensiones, formas, orígenes y el modo en que estas diversas características ambientales han influido en su entorno. O, también, son capaces de ver estas mismas cosas del medio ambiente con ojos artísticos y sentirse inspirados para expresar su experiencia en la poesía, la literatura, la pintura o la música. Asimismo, pueden percibir la montaña, el río o el precipicio que tienen ante sí, como un campo de entrenamiento para su resistencia o destreza física. O, incluso, logran recibir de la montaña o del río alguna inspiración y comprensión sobre la unidad de la naturaleza y el cosmos.



Existen, por lo tanto, muchos diferentes niveles o profundidades en los cuales las personas pueden relacionarse con el medio ambiente.



Es mediante la interacción con este mundo exterior que podemos experimentar un crecimiento saludable y equilibrado de la personalidad. En consecuencia, yo digo que este mundo exterior, bien puede ser nuestro educador, nuestro esclarecedor, nuestro líder, nuestro consolador. Nuestra felicidad en la vida está muy conectada con la naturaleza; depende de la intimidad o profundidad de nuestra relación con ella.



Cuando se reúnen personas cuyos caracteres se han equilibrado y madurado moralmente a través de profundas interacciones con el entorno natural, la sociedad que crean proporciona un medio ambiente social saludable, abierto, capaz de nutrir el crecimiento individual.



Tsunesaburo Makiguchi
Tsunesaburo Makiguchi (1871-1944) fue un educador reformista que, en 1930, fundó la Soka Kyoiku Gakkai (Sociedad Educativa para la Creación de Valor), la precursora de la actual Soka Gakkai. Este artículo es un extracto de A Geography of Human Life (Caddo Gap Press), versión de Jinsei Chirigaku de Makiguchi (publicado por primera vez en 1903), editado por Dayle Bethel
http://www.sgi.org/spanish/inicio/quarterly/0604/TemaPrincipal7.html

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