Cada uno de vosotros ha llegado en su aprendizaje de Dios en la forma 
limitada de la materia, hasta donde su capacidad se lo ha permitido. A lo largo 
de tus muchas vidas sobre este plano, has experimentado todos los elementos de 
este paraíso creado por tu propia y extraordinaria creatividad. Y a través de 
esa experiencia has aprendido todo lo que hay por saber de los valores del 
pensamiento limitado del Dios-hombre viviendo en la realidad de rebaño de la 
conciencia social. Ya has aprendido lo que es el miedo y la inseguridad, la 
tristeza, la furia, la avaricia. Has aprendido todo sobre los celos, el odio y 
la guerra.
Ya has aprendido acerca de la muerte. Ya has aprendido, en verdad, sobre tu 
alejamiento de la Fuente Divina que te ha amado y apoyado a lo largo de todas 
tus aventuras para que ahora puedas experimentar a Dios en el último nivel de su 
espectacular exhibición del Ser.  Para poder volver a un estado ilimitado, para 
experimentar la alegría y la libertad de ser, debes convertirte una vez más en 
aquello que te mantiene unido. Y la única manera de lograrlo —ya que tu cuerpo 
es más bien un obstáculo— es activar totalmente el séptimo sello o glándula 
pituitaria, para tu cerebro pueda recibir los pensamientos ilimitados que 
existen más allá de la conciencia social. Así es como extiendes tu saber 
interior hasta el entendimiento ilimitado de Dios, ese Dios que te deja ser, que 
te ama y es la totalidad de sí mismo y de todo el pensamiento.  
Entonces, ¿cómo consigues que esta maravillosa y pequeña glándula despierte 
las partes dormidas de tu cerebro a través de su flujo de hormonas? Simplemente 
con el deseo. Convertirse en Cristo es desear conocer al Padre y convertirse en 
la imagen y semejanza de Dios.
Es el deseo de permitir que todo pensamiento se convierta en la realidad 
del Yo, el deseo de amar en cada momento todo aquello en lo que te has 
convertido, el deseo de ser el Ser de todo lo que eres.  ¿Por qué es importante 
amar la totalidad de todo lo que eres? Porque cuando lo haces, inmediatamente 
trasciendes la conciencia social y te elevas por encima de la aceptación. 
Trasciendes el juicio. Vas más allá de la ilusión del tiempo. Entonces, vives 
sólo para la realización del Yo.
Escuchas solamente a la voz interior. Sigues únicamente la senda de la 
alegría; y es en ese sendero donde yace el conocimiento de todo lo que es.  
Ahora, tú  me dices: «Pero, Ramtha, eso es ser totalmente egoísta».Así es, en 
verdad. Pero ser egoísta es ser Diosista. Cada momento que vives por el amor de 
este Dios dentro de ti, cada ilusión que abrazas y dejas pasar, cada cosa que 
haces para encontrar tu alegría y tu luz, emana desde tu ser hasta el flujo de 
conciencia para alimentar a la totalidad de la humanidad. Cuando vives 
íntegramente por el amor del Yo —que es el amor de Dios— haces que Dios brille 
en medio de la densidad de la conciencia social. Entonces iluminas el camino de 
tus amados hermanos en su propio sendero de regreso al Yo, y ese es el único 
sendero que los llevará de vuelta a casa hasta su amado Padre.  Cuando te amas a 
ti mismo lo suficientemente como para sentirte merecedor de recibir todo lo que 
Dios es, y deseas saber que eres uno con el Padre, entonces es cuando empieza a 
florecer esta maravillosa flor. Así es como abres la capacidad de tu cerebro 
para recibir todos los valores de pensanmiento de la mente de Dios: queriendo 
saber; deseando sentir toda la emoción de ese conocimiento.              
¿Cuál es la mejor forma de manifestar cualquier deseo? 
Declarándolo desde 
el Señor Dios de tu ser. El Señor de tu ser, que es tu alma, rige tu cuerpo a 
través de su estructura emocional. La pituitaria recibe desde tu alma las 
órdenes de liberar el flujo de hormonas. El Dios de tu ser es la luz que abarca 
y rodea todo lo que eres y permite que todos los pensamientos entren en tu ser. 
El ser es el ego que está experimentando las realidades de la materia a través 
de la forma corporal, que es quien estimula el juicio y altera el Ser o la 
pureza del pensamiento; de ahí el término «ego alterado».  Extracto del libro de Ramtha: El libro blanco
Por eso, cuando hablas desde el Señor Dios de tu ser, estás alineando la 
totalidad de lo que eres, y eso te da el gran poder de manifestar y crear 
cualquier cosa que quieras.  Cuando deseas desde el Señor Dios de tu ser recibir 
pensamientos ilimitados, ese pensamiento de realización que sientes dentro de tu 
alma se manifiesta en tu cuerpo para activar la glándula pituitaria y ésta 
comienza a abrirse.
A medida que comienza a abrirse, un flujo mayor de hormonas pasa a través 
de la pineal, y al hacerlo, despierta a la mente latente. Abre otra parte de tu 
cerebro para permitir que frecuencias mayores y más refinadas de pensamiento 
sean experimentadas por todo tu cuerpo.  Cuando llegan pensamientos de una 
frecuencia más alta, se reciben a través de la porción despierta de tu cerebro. 
La glándula pineal, en la parte posterior de tu cerebro, recibe la frecuencia 
más alta y comienza a hincharse, lo cual te produce un dolor de cabeza, o puede 
que te sientas un poco mareado o aturdido.
Esta frecuencia se transforma entonces en una corriente eléctrica de alto 
poder, y es disparada a cada célula de tu cuerpo a través del sistema nervioso 
central. A causa de esto sentirás como un estremecimiento, o sensación de 
hormigueo, de que te estás elevando, porque ahora corre por tu cuerpo una 
energía mucho mayor de la que has sentido antes. Esa frecuencia enciende cada 
célula aumentando su frecuencia vibratoria. Cuanto más recibes pensamientos 
ilimitados, más vibra tu cuerpo.
Y empiezas a tener una luminosidad, porque estás empezando a revertir el 
cuerpo desde la densidad de nuevo hacia la luz. 
¿Cómo describes el sentimiento 
de los pensamientos ilimitados? 
No puedes- El conocimiento de un pensamiento 
ilimitado no tiene palabra con la que lo puedas asociar, porque estás 
experimentando un pensamiento nuevo, una nueva emoción, un sentimiento inmenso 
que te mueve hacia una forma de ser profunda pero tranquila. El conocimiento 
vendrá hacia ti como puro sentimiento, sin anunciarse, sin identificarse, como 
emoción innombrable.  
Muchos que buscan la iluminación creen que ésta vendrá en forma de 
palabras. Pero si lo que tú entiendes puede ser descrito por las palabras, ya lo 
has sentido antes. Si no se puede, y estás simplemente sintiendo, lo que tú 
estás sintiendo es genio, es brillantez, es en verdad, pensamiento ilimitado.  
Todas las cosas que siempre has querido entender no tienen palabras; tienen 
emoción y visión. Y cuando llegue el conocimiento te quedarás sin habla, sólo 
con los sentimientos.  El arte de limitar el pensamiento es asociar palabras con 
ellos.
Un maestro no explica nada; sólo lo sabe. Explicarlo significaría limitarse 
a sí mismo. Cuando llegas al punto en que simplemente sabes, sin tener que 
justificar o explicar tu saber interior, entonces eres verdaderamente el señor 
de tu propio reino; tienes el saber absoluto.  ¿Qué sucede con el sentimiento de 
elevación provocado por los pensamientos de una frecuencia superior? Es 
capturado dentro de tu alma, que lo conservará en la memoria para siempre. Tu 
alma permite que la memoria de los pensamientos ilimitados exista a través de la 
emoción, del sentimiento.
De este modo, captura tu saber interior para siempre, para que aquello que 
te has permitido recibir pueda ser alcanzado una y otra vez.  Algo maravilloso 
que también sucede con ese sentimiento de elevación es que tu alma lo envía a 
través de tu campo áurico hacia el flujo de conciencia, el cual no sólo eleva la 
densidad de la conciencia, sino que atrae a tu vida una situación que producirá 
el mismo sentimiento. ¿Para qué? Para que ese pensamiento se entienda 
completamente a través de la experiencia. Cuando el pensamiento de frecuencia 
más alta se ha comprendido completamente, queda grabado en tu alma en forma de 
sabiduría.
La sabiduría significa que el conocimiento se ha solidificado dentro de ti 
como un absoluto. La sabiduría no sólo eleva el nivel vibratorio del alma —lo 
que causará que tu vida se ajuste a su ser emocional más elevado— sino que 
también activará la pituitaria con más intensidad para permitir que el cerebro 
reciba y razone pensamientos de mayor y mayor frecuencia, y así sucesivamente.  
A medida que la pituitaria empieza a florecer, las cosas cambian en tu vida de 
un modo que nunca habías creído posible. Cada cosa que piensas la sientes con 
gran emoción.
A medida que el saber que sientes en tu interior se abre paso hacia una 
forma creativa, empiezas a ver que tus pensamientos se manifiestan más y más 
rápidamente. Tu amor, comprensión y compasión aumentan. Y muchas entidades se 
apartarán de tu vida porque te has elevado hasta un entendimiento diferente; sin 
embargo, en su lugar, llegarán otras de pensamiento semejante al tuyo.  Muy 
pronto, a medida que la brillantez, la creatividad y el saber interior se 
intensifican dentro de ti, empiezas a conocer y sentir cosas que no habías 
sentido o conocido antes. Eres capaz de mirar a otra entidad y sentirla dentro 
de tu ser.
A través de tus pensamientos eres capaz de conocer tus días por venir.  
¿Crees que un psíquico es una entidad poco común? Eso es sólo porque piensas de 
acuerdo con la conciencia social. Y la conciencia social no piensa que esas 
habilidades puedan ser realmente algo normal. Todos son psíquicos. Cuando te 
permitas a ti mismo saber, sabrás todas las cosas. Pues el saber interior 
—cuando no está cohibido por las ilusiones de la conciencia social— quita el 
velo de tus ojos para que puedas ver otras dimensiones. Quita los ladrillos de 
tus oídos para que puedas oír la música de toda la vida vibrando en armonía 
consigo misma. ¿Y cómo haces que esto suceda? Deseándolo.  
Cuanto más deseas lo ilimitado, y más abrazas y sientes los pensamientos 
que te llegan, más hormonas segrega la pituitaria y más se abre su boca. Cuanto 
más grande es tu deseo de amar lo que eres y vivir en el conocimiento, el Dios 
que rodea tu ser abre más y más tu cerebro. Entonces eres más que tu cuerpo; te 
conviertes en aquello que te mantiene unido.  La pituitaria es, en verdad, la 
puerta que conduce a Dios. Cuantos más pensamientos ilimitados permites entrar 
en tu cerebro, más se abre. Cuanto más se abra, más sabrás. Y todo aquello que 
sepas, en eso te convertirás.  
Una flor emana cierta frecuencia de pensamiento. En el mismo momento, una 
alfombra está emanando una frecuencia de pensamiento. Cuando posees la capacidad 
de captar todas las frecuencias de pensamiento, puedes convertirte en cualquier 
frecuencia dada que elijas. Tienes entonces la libertad absoluta de convertirte 
en el viento o en cualquier otra cosa que desees.  Muy pronto, todo el sistema 
de la pituitaria está en pleno florecimiento y la totalidad de tu cerebro está 
activada. Entonces, todo aquello que la pituitaria ha guardado dentro de su 
cuerpo espiritual es entregado a la totalidad de la mente, y la mente ya nunca 
puede regresar a un estado limitado.
Una vez que la flor comienza a abrirse, nunca se cierra otra vez; permanece 
abierta para siempre.  Cuando tu cerebro está completamente activado, tu enfoque 
en la realidad vacila. Es por eso que aunque estés aquí, puedes estar también en 
el séptimo nivel. Aunque estés en el séptimo nivel, puedes estar en las 
Pléyades; y aunque estés en las Pléyades, puedes estar al lado de un amigo.  
Cuando tu pituitaria está en pleno florecimiento, dejas de morir; dejas de 
envejecer. Cualquier cosa que le digas a tu cuerpo que haga, la hará. Puedes 
decirle al cuerpo que acelere su frecuencia vibratoria y se elevará hacia otra 
dimensión. Así de poderoso es tu cerebro.
Puedes incluso resucitar tu cuerpo de la muerte. Cuando eres tan poderoso, 
estás llevando la corona divina de Dios. Y cuando eres puro Dios, que es pura 
vida, entonces existes para siempre. Entonces eres todas las cosas. Ese es el 
cielo más grandioso. De esta manera, el gran séptimo sello se ha coronado a sí 
mismo, la totalidad de tu mente se despierta, y el abrazo total del saber 
interior se hace posible a través de tu hermoso receptor. A medida que sabes más 
y tu cuerpo experimenta más esa frecuencia, aumentan sus vibraciones hasta que 
se vuelve más y más ligero.
Hasta que un día, cuando has amado y abrazado la totalidad de la vida y el 
alma ha satisfecho todas sus experiencias aquí, ese mismo saber interior y esa 
misma vibración aumentarán un millón de veces y, volviendo el cuerpo invisible, 
se lo llevarán lejos de este lugar. Es entonces cuando trasciendes el ciclo de 
vida tras vida.  Eres una criatura de tres dimensiones —espíritu, alma y ego— 
expresándose en un plano de densidad. Y sólo podrás conocer la eternidad 
mediante las tres dimensiones. Hablale al Señor Dios de tu ser; él te escuchará. 
Cuando lo haces, es un señor, un Dios, un maestro el que habla. Cuando le digas 
que recuerde, recordará.
Cuando le pidas que sea más grandioso, lo hará. Y cuando desees desde el 
Señor Dios de tu ser poseer entendimiento ilimitado, abrirá tu mente para 
permitir que sientas en tu cuerpo las frecuencias de pensamiento más altas, y 
así proporcionar el saber interior. Es lo único que tienes que hacer: ordenar 
que así sea, y las glándulas endocrinas obedecerán. Y cuando lleguen los 
sentimientos que electricen tu ser hasta un mayor entendimiento, da gracias al 
Dios que vive en ti por tal sencillez.  ¿Cómo puedes obtener un mejor 
entendimiento de todo lo que existe. Sabe que tú eres. Tu manera de hablar y de 
pensar determinan cuánto te permites saber. No digas: «Ojalá supiera más.», pues 
así nunca lo harás.
Y no digas: «Trataré de saber más.», pues tratando nunca se consigue. Y 
tampoco digas: «Busco saber más.», porque buscando nunca se encuentra. Di: 
«Desde el Señor Dios de mi ser, yo sé ahora todo lo que hay por saber en este 
momento. ¡Que así sea!» Y espera la repuesta. Aunque no te des cuenta e ese 
momento de qué es lo que deseas saber, el decir «yo sé» abre la pue para que 
ocurra ese entendimiento.
Eso es todo lo que tienes que decir, y saber llegará.  Limitas tu 
creatividad y tu vida diciendo que no sabes o dudando del conocimiento que te 
llega. La peor de la abominaciones es la frase: «No sé». Recuerda: tú eres quien 
dicta la ley, y lo que piensas y después pronuncies, es la ley. Si dices: «No lo 
sé», nunca lo sabrás. Si dices: «No puedo», nunca podrás. Si dices: «No merezco 
el amor de mi Padre», jamás lo recibirás. Si hablas de esta manera, significa 
que piensas de esta manera; y si piensas de este modo, el sentimiento producido 
por ese pensamiento se graba en tu alma, y tu alma manifiesta la realidad que 
satisface tus procesos de pensamiento.  
Eres como una computadora. Cada día programas en tu conocimiento «dudas», 
programas «carencia» y programas, de hecho, «desconocimiento». Eres el ladrón de 
tu propio reino, pues tú, que conoces sólo duda y limitación, has robado tu 
auténtica fuerza vital a través de tu manera de pensar y de hablar.  Yo te digo: 
tú tienes la capacidad de saber todo lo habido y por haber. La puerta que te 
abre hasta ese conocimiento es simplemente decir: «Yo sé», y la realidad 
correspondiente pronto aparecerá. Puede tardar momentos, o quizás días, pero 
llegará. Siempre lo hace, pues la palabra «saber» es absoluta, y convierte tus 
deseos en absolutos.
Ese pensamiento de saber, sentido en tu alma, se manifiesta dentro de tu 
ser para abrir tu pituitaria, permitiendo que se reciban los pensamientos más 
elevados. «Saber» es la puerta que permite que el río de pensamiento fluya hacia 
ti en una corriente ilimitada.  Ahora, el saber interior no es una creencia. La 
creencia es una conjetura; el saber interior es absoluto. La única cosa que te 
da conocimiento es saber. Cuando crees en algo, el alma entiende que la palabra 
«creer» significa realmente que alguien —incluso tu propio Yo— está abrumándote 
para convencerte de una verdad de la que no tienes conciencia ni certeza, pues 
esa verdad no se ha convertido en una realidad experimentada.  
Yo no te pido que creas en nada. Yo quiero que sepas. Estar iluminado es 
saber, sin duda, creencia, fe o esperanza. Todas esas cosas son conjeturas.  
Mientras creas o tengas fe en algo, eso nunca será. El saber lo hace absoluto, y 
eso hace que lo que uno sabe se manifieste. A través de la manifestación el 
pensamiento realizado en una experiencia, el entendimiento te sucederá, entonces 
es una parte de tu ser y no algo de lo que debes convencerte.  El saber absoluto 
es el creador de la totalidad de tu reino. Para poseer la habilidad del saber 
basta decir: «Yo sé».
Nunca dudes o vaciles. Sabe, absolutamente. Cada vez que dices: «Yo sé», 
eso es un pensamiento de certeza que se siente en tu ser, lo que da lugar a que 
ocurra ese saber.
El genio ocurre cuando abres la puerta del saber interior para que tomen 
forma creativa pensamientos más sublimes.  Si dices firmemente: «Desde el Señor 
Dios de mi ser, ahora sé la respuesta de eso y estoy listo para recibirla. ¡Que 
así sea!», esto hace que tu saber interior lo resuelva.
Aunque la manifestación no aparezca al momento, la puerta permanece abierta 
para que ello se realice en una experiencia de la cual se obtendrá sabiduría. Tu 
ser se ajustará rápidamente para convertirse en aquello que ahora sabes. No 
tienes que esforzarte para alcanzar eso.
No tienes que buscarlo o luchar por eso. No tienes que realizar rituales ni 
cánticos para obtenerlo. Simplemente saber. Cuando sabes estás en un estado 
receptivo para tener la conciencia de ello.  
¿Cómo aceleras la manifestación de 
tus deseos? 
Sabiendo. El saber es la puerta que permite que el reino de los 
cielos despliegue su abundancia dentro del reino del Yo. Saber que un deseo, 
cualquiera que éste sea, ya ha sido realizado, amplifica el pensamiento de tu 
deseo, lo envía a través de tu campo áurico hasta el flujo de conciencia, y 
manifiesta tu deseo para que puedas ser el receptor de su consumación.  
La verdad es que todas las cosas ya son tuyas. Cuando sabes que lo son, 
entonces están disponibles para ti. Debes entender que el principal dador de 
todo lo que necesitas eres tú y tu capacidad de recibir todo lo que quieres. El 
modo de recibir tus deseos es simplemente saber qué es lo que quieres y saber 
que te mereces conseguirlo. El saber es la verdad, es el dador, es tu futuro. Y 
cuando digas algo, sabe que así es. Cualquier cosa que quieras, puedes tenerla 
simplemente sabiendo que eres tú quien dicta las leyes, y que todo aquello que 
sepas y proclames así debe ser.
Esto es lo que se llama la ley de Uno.  Yo te digo: tú sabes todo lo que 
hay por saber y puedes tener todo lo que desees. En este momento de saber, 
simplemente no te has dado cuenta de esa verdad. Saber abre la puerta a ese 
entendimiento. Activa otra parte de tu cerebro para que el pensamiento pueda 
convertirse en una realidad manifestada. Entonces, cuando la experiencia de tu 
pensamiento ilimitado se manifiesta, esto solidifica en la parte de tu cerebro 
donde habita el ego la comprensión de que el saber funciona, lo que te da la 
fuerza para ir un paso más allá y alcanzar un pensamiento incluso más 
ilimitado.  
Si yo pudiera quitarte todas tus palabras, salvo unas pocas y escogidas, 
éstas serían:
 «Yo ahora sé. Yo soy absoluto. Yo soy completo. Yo soy Dios. Yo 
soy». 
Si no existieran más que estas palabras, ya no estarías limitado a este 
plano.  ¿Cuánto mejor es para ti saber, que creer o suponer? ¿Cuánto mejor es 
para ti saber, que un «a lo mejor»? ¿Cuánto mejor es para ti saber, que no 
saber? Se requieren los mismos procesos de pensamiento, la misma energía, la 
misma expresión facial y movimiento del cuerpo para saber que para no saber.  
Sabe. Simplemente sabe: 
«Yo sé que esto ocurrirá. Yo sé que soy Dios. Yo sé que 
soy feliz. Yo sé que yo soy». 
Sabe, sabe, sabe. Eso es todo lo que hace falta. 
Sabe siempre. Si dices que no sabes, que no puedes, nunca lo harás. Di que sabes 
ahora. Entonces lo sabrás todo.  
¿Sabes cuál es la diferencia entre tú y yo? Yo sé que soy un Dios 
ilimitado, y tú no. Esa es la única diferencia: yo sé que yo soy, y tú aún 
tienes que darte cuenta de ello. Tu sociedad dice que tú no eres, pero ellos qué 
saben. Ellos se entierran a sí mismos todos los días.  ¿Por qué has obstruido tu 
saber interior? Porque en tu intento de conocer el pensamiento a través de la 
materia, tus procesos de pensamiento se quedaron tan atrapados en las realidades 
de la materia, que alteraste tu percepción total de la vida.
Verás, la materia es un nivel de pensamiento que se crea alterando el 
pensamiento hasta su punto máximo. Se crea al reducir el pensamiento hasta la 
luz, hasta el electrum, y luego dividiendo el electrum en partes que tienen 
valores positivo y negativo. Por eso, cada vez que te relacionas con Dios en la 
forma llamada materia, estás percibiendo y entendiendo el pensamiento de acuerdo 
con divisiones o polaridades, más que con la pureza y el Ser indivisible que él 
es. Cuanto más enfocado estés en la supervivencia y la materia, más percibirás 
la vida en términos de dimensiones de Polaridad: arriba/abajo, cerca/lejos, 
rápido/lento, luz/oscuridad, grande/pe-Rueño, caliente/frío, bueno/malo, 
positivo/negativo.  
Para volver al Ser de pensamiento puro, debes dominar el ego alterado, la 
porción razonante de tu cerebro orientada a vivir y sobrevivir en la materia. El 
ego alterado es aquel que percibe de acuerdo con la ilusión del tiempo la 
distancia y la separación. Es aquel que percibe en términos de aceptación y 
supervivencia. Es aquel que divide y juzga al pensamiento puro.  Un pensamiento 
puro puede llegar hasta cualquiera de vosotros, pero rápidamente determinas si 
es bueno o malo, si deberías o no deberías hacerlo, si es posible o imposible, 
real o imaginario, razonable o irracional.
Cada vez que juzgas tu pensamiento dividiéndolo en positivo y negativo, lo 
alteras hasta convertirlo en un valor de frecuencia más bajo. El saber interior 
no juzga a ninguna cosa. Cuando tú sabes, nunca reflexionas si un pensamiento es 
verdadero o correcto. Todos los pensamientos son correctos y verdaderos. El 
saber no sopesa ni valora el pensamiento, permite que el pensamiento sea un Ser, 
permite que tus procesos de pensamiento existan sin interrupción o 
intercepción.  
Para ver otro plano, oír un sonido más delicado, o volverte más ligero que 
tu peso, todo lo que tienes que hacer es saber que son realidades y permitir 
entonces que ese saber interior sea experimentado en tu cuerpo. Eso es todo lo 
que tienes que hacer. Si no crees que son reales, el «no creer» es un juicio que 
impide que tu cerebro se agrande. De este modo, todo ese saber que viene 
continuamente a cada momento a través de tu espíritu rebota en tu cerebro y 
regresa nuevamente a la mente del Padre.
Entonces lo único que recibes es aquello que te mantiene seguro en este 
plano y te limita a él.  Cuando desees desde el Señor Dios de tu ser poseer 
saber interior ilimitado, debes permitir que todos los pensamientos entren en la 
conciencia de tu cerebro, sin ser alterados por juicio alguno, para que puedan 
ser totalmente experimentados en tu cuerpo. A través de ese permiso consciente 
del ego alterado —que da credibilidad a tus deseos— la pituitaria activa otra 
parte de tu cerebro para recibir entendimiento ilimitado.  
¿Qué es lo que te ha permitido recibir un pensamiento ilimitado de 
creatividad sacado «de la nada» cuando lo has querido? 
Simplemente permitiste 
que entrara en tu saber interior. Eso es todo lo que hiciste. Él estuvo allí 
todo el tiempo, esperando a que tú lo llamaras y le permitieras entrar en tu 
receptor. Eso es lo único que hace falta. Y cuanto menos atrapados en el juicio 
y el pensamiento alterado estén tus procesos de pensamiento, más fácil sera que 
los pensamientos de superconciencia entren en la unidad receptora del cerebro.  
Aprende a verte a ti mismo y a la vida con los ojos del Ser.
Cuando contemples una flor, no digas que es fea o hermosa. Ese es un juicio 
que altera el pensamiento de la flor. Lo que es puro es el pensamiento 
«flor>. Cuando miras a la flor y la ves como flor, luz, vida, Ser, entonces 
te estás permitiendo recibir la pureza y el Ser del pensamiento, lo que envía un 
electrum de mayor frecuencia para que lo sientas por todo tu cuerpo. Entonces 
piensas como piensa un Cristo, pues ves todas las cosas como una igualdad y como 
el Ser. Cada vez que no limitas y juzgas tus experiencias, permites que tu 
cerebro se active para recibir los pensamientos ilimitados que van más allá de 
tu existencia diaria.  Nunca juzgues los pensamientos que recibas. Ni pienses 
que algo es positivo pues, ¿cómo podría existir el positivo sin el negativo? Si 
dices: «esto es bueno», eso significa que algunas cosas son malas.
Cuando te des cariño y amor, no digas que eres hermoso o encantador, di que 
eres Dios. Cuando hagas algo con tu vecino no, digas que es bueno, di que es 
Dios. Eso significa que es; eso es simplemente una experiencia pura y virtuosa 
de la vida.  Cuando mires a otras entidades y su manera de expresarse en la 
vida, nunca las veas sino como una expresión del Ser. Si juzgas su expresión 
como buena o mala, positiva o negativa, creas en ti mismo una percepción 
alterada; y cualquier cosa que percibas, en eso te convertirás, pues ese 
pensamiento se grabará como un sentimiento dentro de tu ser.
De esta manera estás perjudicando a tu propio Yo, porque eres tú —y no 
ellos— quien experimenta los efectos de tus juicios. Y ese sentimiento, grabado 
en tu alma, sienta un precedente según el cual continuarás juzgando tus propias 
acciones y tu propio ser.  Cuando condenas a alguien por algo, sólo estás 
condenando aspectos de ti mismo reflejados en él. Por eso son tan fáciles de 
identificar y por eso te llaman la atención esos aspectos. La otra persona 
representa meramente un espejo de tus propios juicios internos, una herramienta 
para que concilies aspectos de ti mismo que has aceptado de otras personas.  
Cuando mires a otros, velos como una parte del Ser, y con aquello que se llama 
«ecuanimidad».
Si están siendo crueles o están odiando a alguien, el decir que son crueles 
u odiosos es una verdad, porque así es de hecho como se están expresando; esa es 
su experiencia del Ser. Decir que son malos o que están equivocados en esa 
expresión, es un juicio, lo cual se convierte talmente en tu experiencia, en la 
alteración.  No merece la pena juzgar a nadie. No hay color de piel, ni acción, 
ni cosa alguna por la que merezca la pena alterarte a ti mismo hasta excluirte 
de un estado de Dios, de Ser. No importa quiénes sean, ni la manera en que se 
expresen, ámalos por el Dios que vive dentro de su ser, que les permite 
expresarse de esa manera.
Por el solo hecho de ser, merecen ser amados. El hecho de que existan vale 
más que cualquier cosa que hagan. Ámalos porque son, pues mientras ellos sean 
ten por seguro que tú también serás. Si los amas sin reparar en quiénes son y 
dejas que ese amor simplemente sea, siempre te conservarás puro en tu ser.  
 Ahora, ¿cuál es la manera más fácil de quitar los juicios de tus procesos de 
pensamiento? Siendo consciente de tus sentimientos y de los pensamientos que los 
originaron. A través de esa conciencia, te enseñarás a ti mismo a ser más 
refinado en tu modo de pensar. 
Cuando te sientas infeliz, triste, enfadado, atemorizado, apresurado, 
aislado, o experimentes cualquier otro sentimiento que no te gusta, examina tu 
modo de pensar. 
Pronto verás la conexión entre tu pensamiento alterado — 
juzgarte a ti mismo o a otros, o ver la vida en facetas o dimensiones— y tus 
emociones desagradables. Y muy pronto, a medida que te canses de estos 
sentimientos, empezarás a refinar tu manera de pensar y extirparás todos los 
juicios que te separan de la vida. A medida que lo hagas y que permitas que más 
y más pensamientos ilimitados se expresen en tu ser, también empezarás a ver una 
conexión entre tu pensamiento ilimitado y los sentimientos de paz, alegría, 
armonía y ligereza en el movimiento del cuerpo. Y nunca te juzgues a ti mismo 
por el hecho de juzgar.
Ten compasión por ti mismo y simplemente permite que la conciencia de tus 
pensamientos y sentimientos te enseñe, porque te aseguro que lo hará.  De todas 
las palabras que fueron creadas, hay una que se ajusta a esta enseñanza mejor 
que cualquier otra: «ser». 
Ser. ¿Y qué significa eso? Significa permitirte ser 
cualquier cosa que seas, y amarte totalmente por serlo. Significa sentir aquello 
que estés sintiendo y vivir esa emoción. Ser es vivir totalmente el momento, 
porque sabes que el ahora es todo lo que existe.
Es hacer todo lo que quieras hacer, vivir la aventura que tu alma te 
impulse a vivir. 
¿Cuál es la razón de ser? Cuando vives de esta manera, nunca 
te juzgas a ti mismo ni a los demás, ni a los pensamientos que se te puedan 
ocurrir. Entonces no hay ni bueno ni malo, posible o imposible, perfección o 
imperfección, positivo o negativo. Ya no existe la ilusión del tiempo que te 
impide sentir y saborear la belleza del momento. Cuando estás en un estado de 
ser, sólo existe el Ser de la vida y la continuidad del ahora.  
En un estado de ser, tus pensamientos dejan de perder el tiempo entre 
pasado y el futuro, preocupados por la culpabilidad y el remordimiento, los 
debieras y los hubieras. En el ser, no te aferras a ninguna verdad en 
particular, sino que las examinas todas. Ves a todas las verdades como un Ser, y 
permites que cada una sea explorada para determinar si pueden aprovecharse desde 
tu estado de ser. Cuando vives de este modo, contemplas todos los pensamientos 
que llegan hasta ti, y a través de tu cerebro éstos se manifiestan en tu cuerpo 
como sentimientos, lo que permite que surja más conocimiento, más pensamiento y 
más Ser.  
Cuando simplemente eres, te alineas con el Ser de todas las cosas; y a 
través de esa alineación, puedes tener cualquier cosa que desees. Y no tienes 
que hacer nada más que ser. El Dios de tu ser atraerá hacia ti cualquier cosa 
que pienses, cualquier cosa que desees, y ésta llegará. Todos aquellos que están 
muy atareados tratando de realizar cada principio externo, menosprecian el 
interno. En un estado de ser ya tienes y eres todas las cosas.  Cuando 
simplemente eres y te permites recibir todos los pensamientos, puedes oír la voz 
de Dios. Entonces, todo lo que siempre quisiste saber, lo puedes saber en un 
abrir y cerrar de ojos.
Cuando no juzgas tus pensamientos, sino que les permites manifestarse como 
emoción dentro de tu alma, estás viviendo como un dios ilimitado, simplemente 
por estar abierto al Ser y a todo lo que es. Entonces te conviertes en un canal 
puro de tu propio Yo-Dios, y te acercas más a la simplicidad pura de la mente de 
Dios.  Aprende a vivir a través de saber y permitir. Así habrás dominado el ego 
alterado. Habrás conquistado el séptimo nivel, el séptimo sello, el séptimo 
cielo. Porque en el séptimo nivel no hay juicios, sólo el Ser siempre continuo 
de la vida.
Una vez que has dominado el juicio, has conquistado la totalidad de este 
plano y puedes abandonarlo cuando desees.  A menos que tengas la capacidad en 
este momento de fabricar para ti mismo un duplicado de tu cuerpo —cosa que serás 
capaz de hacer cuando tu cerebro esté funcionando totalmente— no tengas tanta 
prisa por destruirlo.  
 Ama tu cuerpo. Cuídalo, aliméntalo, dale cariño. 
Es el instrumento puro de 
expresión que te permite experimentar la vida en este plano. Sé ilimitado en tus 
Procesos de pensamiento, pero también cuida el vehículo que te lo permite.  Si 
eres mujer, sé mujer; si eres hombre, sé hombre. Ama lo que eres, nunca abuses 
de tu cuerpo. Nunca lo desfigures o mancilles. No le hagas hacer cosas para las 
que no fue diseñado.  
Mira la grandeza de tu ser. Mantente divino. Vístete con las ropas más 
delicadas sobre tu piel. Úngete. perfúmate. Aliméntate sólo con lo que tu cuerpo 
quiera. Si lo escuchas, él te dirá lo que necesita para poder nutrirse.  Nunca 
introduzcas en tu cuerpo algo que sea perjudicial, que tú sabes que es 
perjudicial. Todo aquello que reduzca el flujo de oxígeno hasta tu cerebro, 
ocasionará que las células mueran en gran número y nunca existirán otra vez, 
pues el cerebro no posee la capacidad de reproducir sus células.
Cuando las células del cerebro son destruidas, pierdes la capacidad de 
transferir el pensamiento en una emoción manifestada dentro de tu cuerpo. Aunque 
puedas contemplar el pensamiento, es algo inexistente para ti. Así es como cesa 
la alegría, pues, ¿cómo te va a hacer feliz un pensamiento si no puedes 
convertirte en él a través del sentimiento?  Cuando no eres capaz de sentir, 
eres incapaz de registrar el saber interior en este plano.
Ese es el daño que le haces a tu cerebro cuando usas lo que tú llamas la 
«hierba» o drogas que causan ilusiones. Cada vez que tomas estas cosas, ellas le 
roban oxígeno al cerebro. Es la muerte de tu cerebro el causante del «subidón» 
que se siente; eso es realmente lo que ocurre. Cada vez que haces esto, 
restringes tu capacidad de saber. Y llegará un momento en el que no podrás reír 
ni llorar, pues ya no habrá nada lo suficientemente fuerte como para crear 
emoción dentro de tu ser.  
Experimentar todo el conocimiento —poder llorar cuando se abre una flor, o 
esperar la salida del sol y conocer cada trozo de su esplendor— es tener la 
capacidad de saber: transformar pensamiento en sentimiento. Eso es lo que se 
llama «éxtasis». Y eso es un buen «subidón», como tú dices.  Aquello que te ha 
amado desde antes que empezara el tiempo, que ha estado contigo en cada una de 
tus vidas y que es la única entidad que estará  contigo en la muerte de tu 
cuerpo o su ascensión, eres tú.  
Tú  eres el único que te ama con la suficiente constancia como para haber 
pasado por todo lo que has pasado. Cuando te abraces y te ames a ti mismo, y 
permitas que ese amor sea tu pauta, trascenderás la conciencia social del hombre 
y llegarás a la conciencia total de Dios. Porque lo que tú eres va mas allá de 
la belleza y de la perfección; va más allá de la contención de las leyes, el 
dogma y los patrones sociales; llega hasta el destino y hasta la realización del 
Yo, que es la realización de Dios.
Eso es lo único importante a los ojos del Ser de la vida.  Tú eres todo lo 
que crees ser y todo aquello que te permites saber. Sabe que el Padre, que es 
todas las cosas, es aquello que tú eres. Y a través de saber interior sabrás y 
te convertirás en todo lo que es.  Sabe que nada termina y que nada es absoluto. 
Todo existe en el ahora, y siempre hay más por venir. Ilimitar tu modo de 
pensar, es simplemente  saber que hay una verdad mayor, y que hay otra aún 
mayor. Sabe esto, y eso te sucederá de acuerdo con tu estado de recepción.  
Nunca te dejes esclavizar o intimidar.
Siempre hay un camino, un mejor camino. Sabe esto y permite que te lleguen 
los pensamientos que iluminarán tu camino hacia la alegría.  Afronta tus 
limitaciones. Abrázalas. Domínalas. Acaba con todas las cosas que te impidan 
conocer la totalidad de Dios. Renuncia a la culpabilidad y el juicio, para así 
permitir que entren el saber interior, las respuestas y la alegría.  Afronta tus 
temores y permítete desenmascarar su ilusión.
Sabe que existes para siempre y que no hay nada en lo desconocido que pueda 
separarte de la felicidad y la alegría. Acaba con el miedo que te impide conocer 
algo más grande que lo que estás experimentando en este plano. ¿Por qué incluso 
piensas que aquellos que vienen desde muy lejos son espantosos? Tus hermanos de 
las grandes naves espaciales poseen una increíble belleza. Acaba con tu miedo 
para que puedas tener la capacidad de entablar amistad con otros tiempos, otros 
espacios y entidades de otra dimensión.  
Si en tu esfuerzo por llegar a ser más, buscas en este plano una grandeza 
en la cual convertirte, lo único que llegarás a ser es lo que ya existe en este 
plano. Ir más allá del pensamiento limitado del hombre es contemplar que quizás 
hay algo todavía invisible que es más vasto en su entendimiento.  Ábrete a la 
verdad, sin importar cuál sea su fuente, y deja que tus sentimientos sean tu 
guía. El hombre sabio, aunque esté ciego, sabe dentro de su alma lo que está 
bien. La verdad existe hasta en la brizna de hierba sobre la que caminas. Está 
en la risa de un niño. En los ojos del mendigo. Está en todos los lugares y en 
todas las cosas, en todas las gentes y en cada momento.
Aquel que no sabe esto no conoce a Dios; pues Dios es todo lo que es, y ni 
una sola brizna de hierba, ni un solo susurro de un instante pueden separarse de 
la Fuente de todo lo que es. Aprende a ser sabio. Escucha la verdad cualquier 
forma que venga y sabe que eres merecedor de recibirla.  Aquel que sabe que el 
reino de los cielos yace dentro de sí, es una entidad sabia.
Con tu capacidad de pensar cualquier pensamiento y de sentirlo dentro de tu 
alma, posees dentro de ti las llaves del reino de los cielos, el tesoro de la 
emoción. Aprende a sentir. Conocer a Dios completamente es sentir cada 
pensamiento plenamente, hasta que cada pensamiento que Dios es se sienta en el 
corazón de tu ser, en el alma de tu ser.   No te abrumes queriendo que la 
totalidad de tu cerebro se abra de una sola vez.
Ábrelo de pensamiento en pensamiento, de experiencia en experiencia, para 
que cada pensamiento se solidifique en ti.  Sobre todo permitete ser, pues al 
ser, lo eres todo. Cuando eres simplemente el Ser de ti mismo, el principio Yo 
Soy, enconces estás alineado con la totalidad de la vida. Entonces has 
transformado tu enajenamiento como hombre en unidad con Dios.
Fuente: Todo es Mental 
RAMTHA
 
 
 




 
 
 
 
