En el mundo de la magia en que vivimos, el mundo ilusorio de la dualidad-trialidad, todo lo que vemos, la gente, los lugares, las cosas, el tiempo y los eventos en nuestra vida, forman nuestra realidad. Nuestra vida entera es lo que nosotros quisimos que fuera.
No podemos culpar a nadie más por haber participado en ella, fue nuestra propia creación, aunque es muy fácil culpar a los demás por lo que nos sucede y sentirnos víctima de las circunstancias.
Pero no somos víctimas pero sentimos culpa. ¿Por qué? Porque creemos que le hicimos algo a alguien o que alguien nos hizo algo a nosotros o por las circunstancias, nos sentimos forzados a actuar como lo hicimos o ellos fueron los que sucumbieron al “destino” y nosotros nos sentimos mal por eso. Todas las acciones las determinamos nosotros mismos. Y esto es tan asombroso, tan potente porque es la verdad.
Sin embargo, no nos atrevemos a decir: Yo soy el culpable de todo este lío, que nadie más hizo. Y no lo hacemos porque es más fácil decir que otros son los culpables.
La culpa es una de las razones de este comportamiento y para los que creen en la reencarnación, es la causa de que regresemos, para corregir lo que estuvo mal hecho. Es muy fácil decir “tú eres el causante” que decir: Yo soy creador de esta vida y tomo la total responsabilidad por todo lo que he hecho.
Ah, se me olvidaba, como habitante de este mundo ilusorio de la dualidad y que todavía no he aprendido a centrarme en el eje del equilibrio y armonía, sigo usando los opuestos y siento culpa. Por eso Jesús nos ha dado el perdón, para borrar de nuestra mente, de nuestras emociones y sentimientos, todo eso que pueda causarnos culpa, misma que se crea por la falta de aceptación de quienes somos.
Así que usamos el perdón: Yo me perdono a mi mismo por todo lo que yo haya hecho que pueda haber causado dolor, sufrimiento, angustia a los demás o a mí mismo. Yo perdono a todos (humanidad, mundo) por el daño, dolor, angustia o sufrimiento que pensé me habían causado y pido al mundo-humanidad, me perdone. El perdón borra nuestra culpa y olvidamos el pasado.
Al llegar al punto en que yo sé quien soy y que yo soy responsable y co-creador de mi realidad, ya no necesito perdonar o pedir perdón. Simplemente sé que Yo Soy el creador y responsable y tengo el poder de co-crear la corrección, por lo que mi realidad cambiará y todo lo demás quedará borrado.
¿No es maravillosa la grandeza de Dios en cada uno de nosotros?
Yo Soy Luz,
Yo Soy Paz,
Yo Soy Armonía,
Yo Soy Abundancia,
Yo Soy Dios.
Saludos cariñosos de Rita Calderón
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